9 de octubre de 2005

ocultandome]

cerrar los ojos
y ver por fin
la realidad ante mí.
Lento va abrazandome
sube por mis piernas
deslizandose suave
va silbando..
un soplo por la panza
un frío por mi pecho..
y es ahora...
Abrir para ver
sus manos en mi cuello
apretando...

umbral de mí

la noche
es testigo
de mi desesperación
sin rumbo,
voy,
hacia el brillo
de mi propia sangre
y es allí
en ese extraño crepúsculo
donde dejo
mi boca muda
de gritos sin aliento.
y me alejo..

25 de agosto de 2005

Quisiera que entendieras

quisiera que me entiendas
sin palabras.
como yo entiendo al mar
o a la lluvia,
gritar sus penas en silencio.
quisiera que entendieras
que mi indiferencia
es grito de dolor
como lo son las olas,
del mar,
como lo son mis voces
de vos.
Quisiera que me entiendas,
a mí, sin palabras,
como yo entiendo al pájaro
que planea y dibuja
en el aire libertad
quisiera que entendieras
que no vivimos el mismo idioma,
que mis lagrimas no son rencor,
ni mis ojos realidad
que mis manos se mueven
buscando una señal
que si salto es para verte
sonreír detrás del muro
y que cuando te miro a los ojos
te estoy diciendo mucho mas
Quisiera que entendieras
que no vale lo que digo,
que a mis palabras
se las lleva el viento
y que es mejor dejar
que el tiempo hable por mí
y que no quiero que escuches
lo que digo
ni leas lo que escribo
porque yo quiero hablarte sin palabras
simplemente mirarte
y decirte mucho mas
como quisiera que entendieras
que las hojas hablan
al caer del árbol
y las nubes lloran
cuando las separan de la lluvia
como mis ojos gritan
al ver pasar el tiempo
quisiera tanto que entendieras
que lo que ves, no es.

30 de julio de 2005

-

las hojas caen al llegar el invierno,
los árboles florecen en la primavera,
brillan con el sol del verano,
entristecen con el suave otoño,
y vuelven a caer.
todo tiene un ciclo,
todo empieza,
todo brilla,
todo opaca,
todo cae,
todo vuelve a nacer.
Algo me dice,
que soy parte de ese todo,
que ese árbol está a mi lado,
que no hay nubes, ni cielos,
que no hay techos que me protejan,
ni fuego que me abrigue.
No quiero.
No quiero estar allí.
Algo me dice,
que llega la hora.
La hora en que sin mirar hacia arriba
debo apuntar hacia el árbol.
Intento enfrentarlo,
lo engaño,
trepo por sus ramas,
siento como su corteza lastima mi piel,
pero no puedo para de reír,
no puedo evitarlo.
Y cuando estoy en la cima,
cuando siento en mi pecho,
el latido de la victoria,
oigo un infinito silencio,
un silencio que me condena a bajar la cabeza,
no quiero hacerlo!
no quiero dejar de pelear!
pero no puedo aislarme,
siento...
un silencio, una falta de eco,
que me hace caer lentamente.
Cierro los ojos.
Ya soy parte de sus raíces.

Abstracción y Realidad

Las líneas daban vueltas. Formaban imagen. Generaban en ella una psicodelia única. No podía parar de seguir con sus ojos la ruta que tomaban. Se imaginaba en ellas. Cerraba sus ojos y podía escucharse gritar. Escuchaba el eco que las paredes le devolvían. Volvía a abrir los ojos, no sacaba la mirada de esas líneas. Por un segundo, pareció huir de allí, escuchaba una voz, pero sus oídos rebeldes se hacían sordos y volvía a la madera. Comenzó a adentrarse cada vez más en ella, comenzaba a sentirse parte de ese conjunto de rectángulos perfectos. Comenzaba a analizarlos. Dos horizontales, dos verticales, nuevamente dos horizontales y por último dos verticales. Claro que para terminar el cuadrado perfecto, había que completar el centro de la figura. Estaba allí pero no quiso verlo. Volvía a cerrar los ojos. Comenzaba a sentirse en ese centro y la música empezaba a brotar de sus pies. Una sensación húmeda, violeta. Era inevitable que cerrara los ojos. Sentía que al bajar los parpados ese sentimiento era aun mayor, aun más mojado, como un atardecer en un día de lluvia, por dentro.
La música comenzaba a subir por su cuerpo. Sonreía, no podía evitarlo. No podía evitar ninguna de las reacciones que su rostro reflejaba. Era una sensación de placer que jamás había sentido. Y cuanto más ascendía el sonido, el lugar se iluminaba.
Podía percibir la luz, aun con sus ojos cerrados. Su cuerpo podía percibir cualquier tipo de estímulo. Sus sentidos estaban hechos uno. Sentía la luz en su piel, la música en sus ojos, reían sus pies, gritaban sus brazos. Comenzaba a sentir que su cuerpo se alargaba, que podía estirarse, que ya no cabía en ese pequeño espacio, que nada bastaba a su alma, cada vez más grande. Podía sentir como iba creciendo, como un globo iba aumentando su tamaño, y su alegría acompañaba esta sensación de “maduración”. Sentía que nada podía hacerle mal, nunca se había sentido así. No podía parar de reír, y estremecerse como si algo le hiciera cosquillas permanentemente.
En ese instante, todo se detuvo. Ya no podía soportar tal felicidad, comenzaba a transitar por otro lugar, otra sensación completamente distinta a la anterior. Ese lugar era cada vez más pequeño para ella, sus ojos comenzaban a llover, su cuerpo inmóvil, sin más música, sin más luz.
Escuchaba una voz, la llamaba muy lentamente, comenzaba a sentir sus pies sobre la tierra, y las lágrimas tocaban por fin el suelo-realidad.

29 de julio de 2005

sedentario amor

sedentario amor,
has echado raices
en este corazón
has luchado contra todos,
con la tierra misma,
has luchado con tu propio tronco,
tus propias hojas,
el color de las mismas.
Tus raices no tienen
quien les de de beber,
sin embargo
has crecido y crecido,
has superado inviernos,
han caido tus hojas ya.
pero..
cuando crees que ha llegado el fin,
cambia la estación (siempre lo hace)
llega la primavera y floreces,
no solo tus hojas desprenden vida
sino también tus flores
y sientes que eres el amor más hermoso.
no temas,
anda, grítalo!
has que tus ramas se desprendan de tu cuerpo,
estirate,
intenta llegar alto..
intenta tocar ese cielo que tanto te enamora,
no te plantes amor,
que tu vuelo es infinito,
y en el se encuentra...
tu eternidad, tu libertad.

30 de junio de 2005

Por qué?

por qué?
por qué no?
estoy tan cansada
tan harta de mi misma
tengo tantas ganas de despegar
pero no,
todavía están heridas mis alas
aunque me resulta delicioso
el sabor de este dolor...
el gusto a la sangre que derramo...
ahogada en un mar de deseo
de algo tan ajeno
como el pez de la tierra
como el mar de la arena
recuerdo cuando mi vuelo parecía eterno
planeaba a la perfección
disfrutaba del aire,
que pegaba en mis parpados helados
y de cada paisaje.
de la libertad,
la de sentimientos
hasta que.
y ahora me encuentro,
revolcada en esta tierra
herida por lo mismo,
lo mismo que me hacía libre
me condena a este profundo silencio.
y me lleva a preguntarme,
por qué?

25 de abril de 2005

El sonido y la furia

El ambiente está oscuro, cuatro paredes a su alrededor, una pequeña ventana por la que entra un hilo de luz, lo necesario, no necesita nada, mas que esa pequeña linea de luminecencia.
En el piso, un vestido negro, con finísimas líneas negras sobre él, negro sobre negro, línea sobre oscuro, lágrimas sobre sus mejillas.
Sobre la mesa, una botella con sus bordes redondeados, un vaso vacío.
La cama deshecha, las sábanas arrugadas, tela-araña (días sin hacerla), la frazada ya en el suelo, (de esas marrones de pelusa), en un rincón, pétalos de margarita, en el otro pedazos de vidrio, parecería ser un florero hecho añicos.
Sus pies descalzos, sucios; sus piernas como dos cerillos gastados, usados una y otra vez; sus ojos de engaño, entre cerrados y abiertos, indefinidos como ella misma, lloran pintura, como cataratas de aguas negras; su pelo, negro como su ambición, largo, hecho ya nebuloso, como la mirada misma; en su mano un cuchillo y en el techo el ventilador, con su insoportable ruido de verano

24 de marzo de 2005

para empezar, el capítulo 2

A veces me convenzo de que la estupidez se llama triángulo, de que ocho por ocho es la locura o un perro. Abrazado a la Maga, esa concreción de nebulosa, pienso que tanto sentido tiene hacer un muñequito con miga de pan como escribir la novela que nunca escribiré o defender con la vida las ideas que redimen a los pueblos. El péndulo cumple su vaivén instantáneo y otra vez me inserto en las categorías tranquilizadoras: muñequito insignificante, novela trascendente, muerte heroica. Los pongo en fila, de menor a mayor: muñequito, novela, heroísmo. Pienso en las jerarquías de valores tan bien exploradas por Ortega, por Scheler: lo estético, lo ético, lo religioso. Lo religioso, lo estético, lo ético. Lo ético, lo religioso, lo estético. El muñequito, la novela. La muerte, el muñequito. La lengua de la Maga me hace cosquillas. Rocamadour, la ética, el muñequito, la Maga. La lengua, las cosquillas, la ética.

Julio Cortázar, Rayuela, extracto capitulo 2