27 de agosto de 2009

dialogo surrealista o los efectos de la buena pipa

La buena pipa sigue ofreciéndome momentos increíbles.
Paso a relatar: tarde de invierno con temperaturas cercanas a los 30°, jardín de casa, gato doméstico intenta cazar pájaros con el resto de instinto que conserva, nonna teje con lana verde, tal vez un chaleco, niño lee, nieta mira a nonna y dice:


- Nonna, vos cómo te imaginabas a la "buena pipa"
- Aaah, querés que te cuente el cuento de la buena pipa?
- Sí, esa, cómo te la imaginabas?
- Yo me sé ese cuentito eh! Querés que te cuente el cuento de la buena pipa?
- No Nonna, te estoy preguntando cómo te imaginás VOS a la buena pipa!?
- Mmm, como una pipa, buena! (cara de "amínomeengañás!")
- Dale, nonna te pregunto la imagen que te hacés de la buena pipa, cuando te digo buena pipa en qué pensás?
- Yo me sé ese cuentito eh! Vos te pensás que me vas a engrupir? Querés que te cuente el cuento de la buena pipa?
- Nonna! No te estoy contando el cuento de la buena pippa! te est..
- Querés que te cuente el cuento de la buena pipa?
- No Nonna!
- Querés que te cuente el cuento de la buena pipa?
- ...
- Querés que te cuente el cuento de la buena pipa?
- Aaaaahg!

Después me acordé que una vez, me cansé de aceptar que el cuento de la buena pipa se hiciera rogar tanto, me di cuenta de que tenía todo el poder de ser la niña que rompiera con todo ese hostigamiento, y me inventé un cuento de la buena pipa. Creo que se lo conté a mi nonna.

de la imaginación, la resignificación, la infancia y sus libertades

Es increible el momento en que las cosas se resignifican. Ese instante es mágico, único e irrepetible, sobre todo cuando se refiere a imágenes de la infancia.
Para mí, la buena pipa, no era una pipa, tampoco era buena. Tenía vida, eso sí. Vivía en una casa, como la que cualquier chico puede imaginar, o por lo menos yo: paredes de madera oscura, techo a dos aguas, chimenéa, caminito, ventanas con percianas, creo que de madera y verdes. 
Ahora bien, la buena pipa, tenía forma, claro, no de pipa, era completamente amarilla, no tenía ragos definidos, era más bien como tres rombos que se seguían verticalmente y se movía de forma muy extraña, como en zig-zag.
Con el tiempo, (EL TIEMPO!) descubrí que mi querida y ahora extraña (¿cómo podría la buena pipa ser de otra manera?) era igual al logo de los trapos amarillos que juntan olor en las cocinas, la ballerina.
No fue desilusionante darme cuenta de que dentro del conjunto de palabras "la-buena-pipa" estaba la palabra pipa y que yo nunca había pensado en una pipa sino en un logo de trapos, fue simplemente una sensación mágica, única e irrepetible.
Y ustedes cronopios lectores, cómo la imaginaban o imaginan?
A mí, la buena pipa me sigue fascinado.