28 de febrero de 2011

no poder querer más vivir sin saber qué vive en lugar mío ni escribir si para herirme la vida toma formas tan extrañas

"Sin cierto coraje no puede escribirse siquiera una observación razonable de sí mismo.
Padezco una especie de obstrucción espiritual. ¿O se trata sólo de una sugestión semejante a la que se siente cuando parece uno que quiere vomitar aunque de hecho ya no quede nada dentro?
Muy a menudo, o casi siempre, estoy lleno de miedo.
A menudo pienso que hay algo en mí como un grumo que si se derritiera me permitiría llorar o bien encontraría entonces las palabras oportunas (o quizá incluso una melodía). Pero ese algo (¿se trata del corazón?) lo siento como si fuera cuero y no puede derretirse. ¿O es que soy demasiado cobarde para dejar que la temperatura suba lo suficiente?
Hay personas que son demasiado débiles para romperse. A esas pertenezco yo también.
Lo único que quizá se rompa en mí un día, y eso temo a veces, es mi razón."


Movimientos del pensar, de Ludwig Wittgenstein, diario de 1930

22 de febrero de 2011

el reguero insaciable de mi vida

ESCÚCHAME: nuevamente te he visto, de improviso,
Fosforescente imagen destinada a mi alma.
Desde el fondo del pasado vuelves como un suspiro
para turbar una vez más el reguero insaciable de
…… mi vida.
Déjame que de nuevo me acerque a tu figura,
a volver nuevamente a vagar en el hontanar de tu
…… mirada,
déjame regresar a aquel país de fiebre
poblado de voces remotas y fuegos enterrados.

Vuelve otra vez, igual que antaño, bajo la luz del sol.
De nuevo te reclaman los antiguos lugares que
…… fueron los oscuros testigos del amo,
la espuma del océano y el paralelo juego de tus pechos,
la gracia voluptuosa de cuerpo que equilibra
…… el oleaje.

Mi querida, es de noche y la aventura insomne
revive una vez más sus mínimos detalles.
Te recuerdo dormida en el tumulto de las
..................................................................[constelaciones

cuando te perdías para siempre
en el espacio sin límites del sueño.

Te invoco en la distancia, de Enrique Molina, en El adiós

19 de febrero de 2011

todo es bueno si deforma un cuerpo

Diré cómo nacisteis, placeres prohibidos,
como nace un deseo sobre torres de espanto,
amenazadores barrotes, hiel descolorida,
noche petrificada a fuerza de puños,
ante todos, incluso el más rebelde,
apto solamente en la vida sin muros.

Corazas infranqueables, lanzas o puñales,
todo es bueno si deforma un cuerpo;
tu deseo es beber esas hojas lascivas
o dormir en ese agua acariciadora.
No importa;
Ya declaran tu espíritu impuro.

No importa la pureza, los dones que un destino
levantó hacia las aves con manos imperecederas;
no importa la juventud, sueño más que hombre,
la sonrisa tan noble, playa de seda bajo la tempestad
de un régimen caído.

Placeres prohibidos, planetas terrenales,
miembros de mármol con sabor de estío,
jugo de esponjas abandonadas por el mar,
flores de hierro, resonantes como el pecho de un hombre.

Soledades altivas, coronas derribadas,
libertades memorables, manto de juventudes;
quien insulta esos frutos, tinieblas en la lengua,
es vil como un rey, como sombra de rey
arrastrándose a los pies de la tierra
para conseguir un trozo de vida.

No sabía los límites impuestos,
límites de metal o papel,
ya que el azar le hizo abrir los ojos bajo una luz tan alta,
adonde no llegan realidades vacías,
leyes hediondas, códigos, ratas de paisajes derruidos.

Extender entonces la mano
es hallar una montaña que prohíbe,
un bosque impenetrable que niega,
un mar que traga adolescentes rebeldes.

Pero si la ira, el ultraje, el oprobio y la muerte,
ávidos dientes sin carne todavía,
amenazan abriendo sus torrentes,
de otro lado vosotros, placeres prohibidos,
bronce de orgullo, blasfemia que nada precipita,
tendéis en una mano el misterio.
Sabor que ninguna amargura corrompe,
cielos, cielos relampagueantes que aniquilan.

Abajo estatuas anónimas,
sombras de sombras, miseria, preceptos de niebla;
una chispa de aquellos placeres
brilla en la hora vengativa.
su fulgor puede destruir vuestro mundo.


Los placeres prohibidos, de Luis Cernuda, 1931

17 de febrero de 2011

como si no fuera un rayo...

¿No cesará este rayo que me habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?

¿No cesará esta terca estalactita
de cultivar sus duras cabelleras
como espadas y rígidas hogueras
hacia mi corazón que muge y grita?

Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.

Esta obstinada piedra de mí brota
y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos destructores


El rayo que no cesa, de Miguel Hernandez, 1936

1 de febrero de 2011

no hay ningún momento que se pueda comparar al amor

solo vine a ver el jardín.
tengo frío en las manos.
frío en el pecho.
frío en el lugar donde en los demás se forma el pensamiento.
no es este el jardín que vine a buscar
a fin de entrar, de entrar, no de salir

por favor, no creas que me lamento.
si comprendieras la voluptuosidad de comprobar

me amaron, a lo menos eso dijeron.
muchos me amaron porque no soy parecida más que a mí
y por otros imponderables más bellos que la sonrisa de la Virgen
________________________________________/ /de las Rocas
.
yo ahora creo amar y me siento acabada, epilogada
¿cómo aprender los gestos primarios
de las pasiones elementales?
.
No me consuela.