7 de marzo de 2010
alicia, alicia
Alicia y la oruga se estuvieron contemplando en silencio durante algún tiempo. Al fin la Oruga se sacó la pipa de la boca, y le habló con voz lánguida y adormilada.
-¿Quién eres tú? - preguntó la Oruga.
No era esta precisamente la manera más alentadora de iniciar la conversación. Alicia replicó algo intimidada:
-Pues verá usted señor, yo, yo no estoy muy segura de quién soy, ahora, en este momento; pero al menos sé quién era cuando me levanté esta mañana; lo que pasa es que me parece que he sufrido varios cambios desde entonces
-¿Qué es lo que quieres decir? -dijo la Oruga con severidad- ¡Explícate!
-Mucho me temo, señor, que no sepa explicarme a mí misma -respondió Alicia- pues no soy la que era ¿Ve usted?
-No veo nada - dijo la Oruga.
-Temo no poder decírselo con mayor claridad -insistió Alicia muy cortésmente-, porque para empezar ni siquíera lo entiendo yo misma, y además eso de cambiar tantas veces de tamaño en un solo día resulta muy desconcertante.
-No lo es - dijo la Oruga.
-Bueno, quizás a usted no se lo parezca así -dijo Alicia-, pero cuando se haya transformado en una crisálida (y eso ha de pasarle algún día, sabe?) y después en mariposa, ¿no cree usted qye le parecerá todo eso un poco extraño
-¡En absoluto! -declaró la Oruga.
-Bueno, quizá tenga usted sentimientos distintos a los míos, porque le aseguro que a mi me parecería muy raro.
-¡Ah! ¡Tu! -dijo la Oruga con desprecio-. ¿Y quién eres tú?
Con lo cual acababan volviendo a donde habían empezado. Alicia empezaba a sentirse irritada con la Oruga, por esas observaciones tan secas y cortantes, de modo que poniéndose muy derecha le dijo gravemente:
-Me parece que es usted el que debe decirme primero quién es.
-¿Por qué?- inquirió la Oruga.
Era otra pregunta desconcertante, y como a Alicia no se le ocurría ninguna respuesta convincente y como la Oruga parecia seguir en un estado de ánimo de lo más antipático, la niña dio media vuelta para marcharse.
-¡Ven aquí! -la llamó la Oruga a sus espaldas--. ¡Tengo algo importante que decirte!
Estas palabras sonaban prometedoras, y Alicia dio otra media vuelta y volvió atrás.
-¡Vigila ese mal genio! -sentenció la Oruga.
-¿Es eso todo lo que tenía que decirme? -preguntó Alicia, tragándose la rabia lo mejor que pudo.
-No -dijo la Oruga.
Alicia decidió que sería mejor esperar, ya que no tenía otra cosa que hacer, y ver si la Oruga decía por fin algo que mereciera la pena. Durante unos minutos la Oruga siguió fumando sin decir palabra, pero después abrió los brazos, volvió a sacarse la pipa de la boca y dijo:
-Así que tú crees haber cambiado, ¿no?
-Mucho me temo que si, señora. No me acuerdo de cosas que antes sabía muy bien, y no pasan diez minutos sin que cambie de tamaño
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1 comentario:
Nunca habia pensado en lo esotérica que es Alicia en el Pais de las maravillas.
Saludos
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