Agua en la noche, serpiente indecisa,
silbo menor y rumbo ignorado: ¿Qué día nieve, qué día mar? Dime. ¿Qué día nube, eco de ti y cauce seco? Dime. —No lo diré: entre tus labios me tienes, beso te doy, pero no claridades. Que compasiones nocturnas te basten y lo demás a las sombras déjaselo, porque yo he sido hecha para la sed de los labios que nunca preguntan.
Pedro Salinas, 1924
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